sábado, 11 de septiembre de 2010

Ser Sacerdote, para que?


Sacerdote
Por el Padre Marcos Alba Msps.

A medida que pasa el tiempo, comprendo cada vez más que el sacerdote es un misterio.

Misterio de grandeza y de pequeñez, conciencia de llevar un tesoro en vasos de barro, de que la vocación al sacerdocio siempre nos sobrepasa.

Es ir entrando en la lógica de Dios, una lógica muy distinta a la que vemos en nuestro mundo. Dios quiere hacer grandes cosas a través de hombres de barro. Es la ley de la Encarnación. Jesús, hombre de barro él también, nos muestra que la debilidad humana en manos de Dios puede hacer maravillas.

El sacerdote es testigo del sufrimiento humano

•El sacerdote es una de las personas que están en contacto muy vivo con el sufrimiento humano, que puede tener mil rostros y expresiones tan variadas y complejas como lo es nuestra vida: incomprensiones, tentaciones, decepciones, insatisfacciones, crisis, fragilidades, limitaciones, defectos, inconstancias, hábitos, rutinas, cansancio, mediocridad, pérdidas, fracasos, pecado, etc.. No siempre es fácil tocar las realidades de dolor, constatar las miserias humanas, asomarse al sufrimiento que encierran los corazones.

•Esto exige del sacerdote una gran capacidad de misericordia y de acogida, de consuelo y sanación. Son tantas las llagas y las heridas en la humanidad… La cantidad de sufrimiento es casi abrumadora, duelen estos tiempos tan convulsionados y duros. Tal vez nunca como en nuestros días han abundado tantas miserias humanas, y esto pesa en el corazón y en la vida del sacerdote.

El sacerdote es testigo de las alegrías mas hondas de sus hermanos

•Es hermoso ser testigos de las alegrías más profundas del ser humano. Cuántas veces el sacerdote palpa y ve con sus propios ojos la transformación de tantos corazones. Personas que vuelven a encontrar un sentido a sus vidas, a su dolor, que recuperan la paz que habían perdido. Qué maravilloso y reconfortante es ser testigo de la gracia y la presencia salvadora de Dios que pasa a través de nuestras pobres manos.

•El sacerdote es confidente de los gozos humanos más intensos y al mismo tiempo de los sufrimientos más desgarradores, de la fragilidad que penetra todas las áreas de nuestro ser y de nuestro hacer.

•Por ello el sacerdote ha de ser también rico en humanidad, en capacidad de vibrar con los gozos, los sueños, las esperanzas, los logros y anhelos de sus hermanos.

No dejaremos de ser de barro, pero para nosotros lo más importante será que en nuestro barro llevamos el tesoro, Jesús mismo, su evangelio.

Él ha querido quedarse en este barro nuestro, y quiere a través de nuestros límites tocar la vida de muchos hermanos y hermanas. A través de nuestra persona limitada pasa hacia los demás la gracia de Dios, que es siempre más grande que nosotros. Parece que Él se complace en expresarse a través de nuestro barro limitado.

No dejará de ser apasionante, sorprendente, complejo y maravilloso ser sacerdote.

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