sábado, 2 de octubre de 2010

Angel de mi guarda, Dulce compañía


Estoy seguro que a la mayoría de quienes leerán este articulo, les ensenaron desde muy pequeños esta grandiosa plegaria al Ángel de la guarda, pero, ¿existe verdaderamente este ángel personal? ¿O solo es una forma pedagógica de sosegar el miedo en los más chicos de la casa?
Desde las primeras páginas de la Biblia en el Libro de los Orígenes, hasta el tratado escatológico de San Juan en el Apocalipsis encontramos la permanente secuencia de aparición de ángeles, denominados como espíritus celestes que están al servicio de Dios. El catecismo de la Iglesia Católica explica acerca de los ángeles que “con todo su ser, son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan <constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos> (Mt 18, 10), son <agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra> (Sal 103, 20)” CIC #329.
Con respecto a la Iglesia, cuerpo místico de Cristo del cual todos los bautizados somos miembros; los ángeles le sirven de ayuda; esta verdad de fe, podemos confirmarla leyendo el versículo  19 del capítulo 5 de Hechos de los Apóstoles. Allí se nos cuenta que un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel a los apóstoles quienes habían sido apresados por causa del Evangelio. Es interesante las palabras que este ángel les dirige: “Vayan y anuncien a todos lo referente a este estilo de vida” (Hch 5,19b). También, es interesante el episodio en el que el Apóstol Felipe es conducido por un Ángel por un camino que le llevaría a encontrarse con aquel Etíope que más adelante pidió ser bautizado (Hch 8, 26-40).
Al respecto de la existencia de los ángeles hay muchas más referencias bíblicas, pero pongamos nuestra atención en estas dos últimas tomadas del libro de los hechos de los Apóstoles. Estas nos servirán para llegar a la primera reflexión de este artículo que ahora les comparto.
1.       Si trabajamos para la obra de Jesucristo podemos estar seguros de que estaremos custodiados por ángeles que tienen como misión servir a la extensión del reino de Dios soberano. Si somos de Cristo los ángeles nos servirán como a Cristo.
La asistencia angelical al pueblo de Dios está referida en la revelación bíblica de múltiples maneras. Sin embargo hagamos memoria de un evento significativo en la ayuda espiritual de los ángeles a personas concretas. Me refiero al caso de Tobías, una historia fascinante de la cual recomiendo su lectura completa en el Libro de Tobías en la Biblia. La historia comienza diciendo que el joven Tobías partía a una ciudad llamada Media de la cual desconocía el camino. En esto un Ángel llamado Rafael le ofrece su compañía en el viaje diciéndole: “conozco bien todos los caminos” (Tb 5,6). Rafael se convierte en el compañero de viaje de Tobías; pero este desconocía que era un Ángel hasta que Rafael revela su secreto diciéndole: “Yo soy Rafael uno de los siete ángeles que asisten al Señor y pueden contemplar su gloria” (Tb 12,15).
El Ángel no solo fue su compañero y guía, sino que le ayudo a encontrar la forma de devolver la vista al padre de Tobías, además revela a Tobít que en la presencia de Dios; El le servía de intercesor presentando al Señor las oraciones que El y Sara dirigían a Dios y también le revela que habia sido enviado por Dios para librarlos del mal: “Dios me ha enviado para librar del mal a ti y a tu nuera Sara…Bendigan a Dios por siempre porque cuando estaba con ustedes no lo hacía por voluntad propia sino por designio de Dios” (Tb 12, 17-18).
Para un público no creyente, estas no serán más que mitos infantiles, pero para los hombres y mujeres de fe es una verdad de fe esperanzadora, pues nos animan  a tener la certeza de que en nuestro peregrinar por este mundo los ángeles nos sirven, libran y protegen; además de servirnos de intercesores ante la presencia de Dios. Por eso, hoy más que nunca digo confiado aquella oración de mi infancia: Ángel de mi Guarda, Dulce Compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo pues me perdería. Ángel de mi guarda ruega a Dios por mí. Amén.

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