El psicólogo argentino Jorge Bucay, en su libro Cuentos para Pensar relata la historia de un hombre a quien define como un buscador. Desde la historia imaginaria de un viajero que anda en búsqueda de la ciudad perfecta para vivir, Bucay define al hombre y a la mujer como eternos e insatisfechos buscadores. Buscamos y no nos cansamos de buscar. Mientras tenemos vida andamos en búsqueda de salud, prosperidad material, seguridades; en fin, cada uno de nosotros desde que despertamos hasta que llega la hora del descanso nocturno, andamos en una búsqueda desesperada de la felicidad. Buscamos por mil caminos, abrimos el oído a mil voces; en la mayoría de los casos, seguimos a ciegas las propuestas que el mundo, desde sus criterios limitados y engañosos, nos hace como garantía de felicidad, bienestar y paz.
Sin embargo, en la Palabra que hoy meditamos, Dios nos hace una advertencia y nos muestra un camino: escuchar su voz y seguirle; cumplir sus mandatos para ser dichosos. El reclamo que Jesús hace a las ciudades de Corozaín y Betsaida, se convierten hoy en la acusación que Dios hace a nuestra generación, que ha dejado de escuchar la voz de Dios para seguir los criterios desordenados del mundo y sus engaños. Como el hijo prodigo del evangelio, hemos abandonado la casa de nuestro padre para ir en búsqueda de lo que en la casa paterna tenemos de sobra. Nos hemos marchado lejos de la voz de nuestro Padre Dios para buscar fuera de Dios lo que sólo en El podemos encontrar.
La propuesta de Jesús sigue siendo la misma; son dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Como el profeta Baruc, debemos reconocer que hemos desobedecido y no hecho caso de la voz de Dios y por esa razón hemos tenido que recoger las amargas consecuencias de nuestros pecados. Dios nos ha bendecido con prodigios admirables que han pasado desapercibidos a nuestro ciego corazón.
Por lo tanto, resuena claramente el llamado que Dios nos hace a recapacitar, corregir nuestros errores y seguir la voz de Jesucristo el Buen Pastor. Como lo afirma el salmista, “El nos lleva a verdes pastos y en fresca hierba nos hace descansar para restaurar las fuerzas”. El continúa hablando hoy, su palabra resuena por toda la tierra y podemos escucharle cada vez que abrimos los oídos del corazón a la contemplación del mundo creado por amor a nosotros, cada vez que nos acercamos a la mesa de la palabra en la eucaristía, cada vez que le reconocemos al partir en pan en el banquete eucarístico. Sigue siendo la Iglesia el lugar privilegiado por el cual Dios se acerca al hombre y el hombre a Dios. Por eso Jesús dice a sus discípulos: “el que los escucha a ustedes, a mi me escucha; y el que los rechaza a ustedes a mi me rechaza”. Que el propósito de hoy sea “hacer caso de lo que nos manda el Señor para que así nuestra vida tenga sentido y valor” (Jos 1,8).
Muy buenos Padre y muy chevere este blog ja ja, soy Cheo
ResponderEliminarCIERTAMENTE EL MUNDO OFRECE TANTAS COSA QUE DESLUMBRA AL HOMBRE DE HOY.... COLOCAN TODO LO MATERIAL Y TO AQUELLO QUE LLANA ENTRE COMILLAS ESPACIO DE SU VIDA , PERO QUE SE CAE RÁPIDO PORQUE CONSTRUYE UN MUNDO BAJO SU CONVENIENCIA Y CREYENDO EN DIOS SEGÚN LO QUE LE CONVIENE....CUANTA FALTA HACE LA CARIDAD HOY EN DÍA EN EL SER HUMANO .... CUANTA AUSENCIA DE DIOS HAY POR DONDE QUIERA QUE VEMOS
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