miércoles, 13 de abril de 2011

Hagan esto en conmemoracion mia

El Jueves Santo es el compendio de todo lo que la Iglesia conmemora en la semana mayor. La entrega de Cristo, que no ha venido a ser servido sino a servir (Mt 20,28), su promesa de permanencia, el dolor de la traición, el pan compartido y la sangre derramada, vienen a ser para el cristiano la forma más patente de corresponder al llamado del Maestro. En la última cena, Jesús espera que sus amigos comprendan el don de la salvación y dejen que se realice en sus vidas.
El mandato; “hagan esto en conmemoración mía” (Lc 22,19; 1 Cor 11, 23), viene a ser el sello final de un pacto que nos une a Cristo de manera tal, que en nuestra vida y por medio de nuestros pensamientos, palabras y acciones, todo a nuestro alrededor sea realizado en conmemoración del nuevo pacto, que nos invita también a entender que todo lo que Él ha llevado a cabo, lo ha hecho para que sigamos su ejemplo (Jn 13,15).
De esta manera, la vida del cristiano; deberá caracterizarse por ser una vida donde el amor llegue a ser el termómetro de nuestra pertenencia a Cristo. Desde el servicio hecho por amor, hasta la entrega de la propia vida, deben ser para el creyente la forma de conmemorar a Cristo en la cotidianidad de nuestros días.
Pretender limitar la celebración del jueves santo a la realización de ritos y protocolos de una cena de despedida, es, de algún modo, querer sustraer el profundo mensaje y la clara llamada que contiene la cena de pascua que el Maestro Jesús deseaba comer con sus discípulos (Lc 22,14). En ella ocurre algo diferente y fundamental para aquel que acepta el llamado de sentarse a la mesa con el Señor. Sentarse a la mesa con El, es aceptar ser su amigo y querer vivir eucaristizado; es decir, aceptar ser transformados en Aquel a quien comemos.
Vivir eucaristizado, es unirnos de una manera más plena al único sacrificio de Cristo, a su muerte y a su resurrección. Por esta razón, San Pablo escribe que "cuando comemos de ese pan y bebemos de ese cáliz, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26). Y proclamar su muerte es morir con El para resucitar con El a una vida nueva, trasformada, eucaristizada. En este Jueves Santo, aprendamos la lección del amor y vivamos de forma tal que toda nuestra vida sea una permanente eucaristía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario