La plena humanidad y divinidad en la única persona de Cristo ha sido atacada ferozmente desde los comienzos de la Iglesia. Es muy difícil de comprender la idea de Dios que se hace hombre. Y por esto, en la historia de la Iglesia, han surgido múltiples herejías en el intento de comprender y definir este gran misterio; el misterio de la encarnación de Dios.
María fue la hija elegida del Padre; la esposa del Espíritu Santo y la virgen madre del Hijo. Comprender a María y su relación singular con la Trinidad y su papel en este misterio es clave para comprender a Jesucristo. Las doctrinas falsas y destructivas siempre han atacado la fe revelada. Sin embargo, gracias a esto han surgido los concilios, para enfrentar estas herejías y definir la verdad de la Fe.
El tercer concilio ecuménico de Éfeso del año 431, definió infaliblemente a María, como la theotokos, es decir, la Madre de Dios. Este título, contiene una doctrina mariana fundamental y de mucha importancia para la Iglesia. Cuando esta verdad de fe fue definida en Éfeso, se logró dar solución a las disputas acerca de la naturaleza divina y humana la persona de Cristo. Al reconocer a María como la madre de Jesús, el concilio muestra que este es plenamente humano; verdadero hombre, y al llamarla madre de Dios, el concilio sostiene que Jesús es plenamente divino; verdadero Dios. El catecismo de la Iglesia Católica hace referencia a ello en el numeral 487 donde afirma que “lo que la fe católica cree sobre María se basa en lo que cree sobre Cristo y lo que enseña acerca de María, ilumina a su vez, su fe en Cristo”.
En conclusión, aunque el titulo madre de Dios se refiere a María, este busca definir y proteger principalmente lo que la Iglesia siempre ha enseñado sobre Jesús, Dios verdadero y Hombre verdadero. Las doctrinas marianas ayudan a definir y defienden las enseñanzas de Cristo que la Iglesia nos ha dado. De modo que si María es verdaderamente la madre de Jesús, y Jesús es verdadero Dios desde el primer momento de su concepción, entonces debemos aceptar sin problemas que María ciertamente, es la madre de Dios. Rezar a Santa María, Madre de Dios, implica reconocer en tres palabras toda la Fe Cristiana.
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