24 Maneras de Amar

Cuando a la gente se le habla de que "hay que amarse los unos a los otros" son muchos los que se te quedan mirando y te preguntan: “¿Qué significa amar? ¿Cómo se puede amar, sobre todo cuando se trata de desconocidos o semiconocidos? ¿Amar significa, tal vez, solamente, tener algunos impresionantes gestos heroicos?”.


He encontrado un folleto que se titula "El arte de amar". En él se da una serie de pequeños gestos de amor, de esos que, seguramente, no cambian el mundo, pero que, por un lado, lo hacen más habitable y, por otro, estiran el corazón de quien los hace.


Puede ser que estas sugerencias nos ayuden a reflexionar un poco sobre nuestro modo de vivir y de amar. Son pequeños pensa-mientos que, si nos procuramos de vivirlos, sin duda, cambiarán nuestra vida. Veamos:

1 Aprenderse los nombres de los que trabajan con nosotros o que empezamos a conocer y tratarlas, luego, por su nombre.


2 Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.


3 Pensar bien, por principio, de todo el mundo.


4 Tener la manía de hacer el bien, sobre todo a los que, teórica-mente, pensamos que no se lo merecerían.


5 Sonreír. Sonreír a todas horas, con ganas o sin ellas.


6 Multiplicar el saludo, incluso a los semiconocidos.


7 Visitar a los enfermos, sobre todo sin son crónicos.


8 Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú.


9 Hacer favores, incluso, antes de que terminen de pedírtelos.


10 Olvidar las ofensas y sonreír, especialmente, a los ofensores.


11 Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándo-los.


12 Tratar con antipáticos y conversar con los sordos sin ponerte nervioso.


13 Contestar, si te es posible, a todas las cartas.


14 Entretener a los niñitos. No pienses que con ellos vas a perder tiempo.


15 Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, pero subra-yar todo lo positivo que encuentres en ellos.


16 Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los cono-cidos y amigos.


17 Hacer regalos muy pequeños, que demuestren el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo.


18 Acudir, puntualmente, a las citas, aunque tengas que esperar tú.


19 Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.


20 Dar buenas noticias.


21 No contradecir, por sistema, a todos los que hablan con nosotros.


22 Exponer nuestras razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.


23 Mandar con tono suave. No gritar nunca.


24 Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.

La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Ya sé que son minucias. Pero, con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.


¿Por qué, entonces, no intentar de poner en prácticas estos sabios consejos?


Muchas veces, nosotros subrayamos más lo negativo que lo positivo en la gente. Procuremos cambiar lentes para ver más que con los ojos con el corazón que ve mucho más allá de lo que vemos comúnmente.


No podemos cerrarnos en nosotros mismos y tener el corazón atrofiado. Llenemos el corazón de AMOR. Esta palabra quise, de propósito escribirla en mayúsculo para que comprendamos que nuestro corazón tiene que estar lleno de DIOS, que, como dice San Juan es AMOR (Cf 1 Jn 4,8.16).


Si muchas veces, vivimos amargados, ¿no es porque tenemos lentes negros de pesimismo y porque estamos cerrados en nuestro mundo egoísta?
Para pensar

 Ama y haz lo que quieras; si te callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón: de esta raíz solamente puede salir lo que es bueno (San Agustín).


 Amando a los demás descubriréis el sentido de la vida (Juan Pablo II).


 Cada uno es lo que es su amor (San Agustín).