Halloween, una fiesta cristiana
Esqueletos, brujas, fantasmas,
murciélagos; un ambiente tenebroso se apodera de la decoración de las vitrinas
y ambientes comerciales de nuestra ciudad. Incluso algunas escuelas; para no
parecer anticuadas, se suman al ambiente “de moda” invitando a sus alumnos a
realizar actividades, que bajo el pretexto de parecer inocentes y carnavalescas
celebran la noche de brujas, es decir Halloween, la fiesta de los disfraces de
terror, la noche del dulce o truco. Pero ¿conocemos lo que se esconde detrás de
esta celebración? ¿Sabemos el significado de la fiesta que en los últimos años
se ha ido imponiendo en nuestra cultura y ocupando espacio en las fiestas de nuestro
calendario?
La fiesta de Samhain
El 31 de octubre era para la
civilización celta la noche de la más importante y solemne de sus fiestas: Samhain, la celebración del fin de un
año y del comienzo de uno nuevo. Durante la fiesta de Samhain, que quiere decir literalmente “fin del verano”, los celtas
se preparaban para la dura estación invernal. Por eso guardaban provisiones
necesarias para alimentarse, recogían los rebaños de vacas y ovejas y encendían
el fuego, con el que no sólo lograban apaciguar el frío del invierno sino
también iluminar la densa oscuridad de la noche.
Por otra parte, en esta noche los celtas daban inicio
a la asamblea druídica anual que se extendía de tres a seis días. En esta
reunión; que además era de carácter obligatorio para todos, los celtas
recordaban sus victorias en la guerra, definían aspectos políticos y sociales,
transmitían a los más pequeños sus mitos y leyendas y se daban a grandes
banquetes en los que comían y bebían en abundancia. Desde el punto de vista
religioso los celtas creían que durante la noche de Samhain se podía entrar en contacto con el más allá y a los muertos
les era permitido retornar a la tierra para reunirse con los suyos, por esto
preparaban comida para los muertos, abrían las puertas como símbolo de acogida
y confeccionaban pequeñas lámparas echas con nabos iluminados al interno; que en
la oscuridad servían de guía a los visitantes venidos del más allá.
De estos elementos proviene la tradición del dulce o
truco, en el que los niños disfrazados de fantasmas representan a los difuntos
que piden de comer amenazando con castigar a quienes se nieguen a recibirlos, y
la práctica de la famosa calabaza iluminada que se ha convertido en el símbolo
principal del Halloween moderno.
Durante esta antigua fiesta celta eran también
celebrados sacrificios rituales que se ofrecían a los dioses pidiendo la
fertilidad de la tierra, dones divinos o la purificación de los males. Según
las fuentes históricas celtas y romanas, se acostumbraba sacrificar animales e
incluso seres humanos. Otros elementos que servían al desarrollo de esta
celebración eran la adivinación, la magia y el uso de amuletos que se usaban
para someterse a la protección de los dioses. Como podemos constatar, la fiesta
de Samhain era una celebración pagana en la que además de rendir culto a los
muertos, los celtas adoraban numerosas deidades.
De Samhain a Halloween
La celebración de esta fiesta celta duró hasta la
cristianización de Irlanda, cuando el Papa Gregorio IV instituyó la fiesta de
las vísperas de todos los santos el mismo día en que se celebraba Samhain. El principal promotor de esta
iniciativa fue el monje irlandés Alcuino di York, que conociendo bien la
religiosidad de las islas británicas y la importancia que Samhain tenía para ellos, consideró oportuno cristianizar la fiesta
pagana aprovechando y revalorizando los elementos con los que era celebrada;
entre ellos el aspecto comunitario, la relación que sostenían entre vivos y
muertos, la importancia que daban a la memoria de su gente y de su historia,
así como también la esperanza en el más allá y el rechazo a las fuerzas del
mal. Paolo Gusillano y Brid O’Neill, estudiosos de la cultura celta dicen al
respecto que “Samhain era la fiesta
de la esperanza, donde los hombres buscaban el no ser abandonados al poder de
la noche, donde el mayor de sus deseos era el retorno del sol que vence la
oscuridad”.
De este modo la fiesta de todos los santos; unida un
siglo después a la de todos los difuntos, se impuso sobre la fiesta pagana de Samhain. Al culto de los muertos se
sobrepuso la veneración de los santos, el miedo de la noche fue iluminado con
la luz de la esperanza cristiana. Así los tres días de Samhain se convirtieron en tres días de celebración cristiana:
víspera de todos los santos, día de los santos y el día de la conmemoración de
todos los difuntos.
Descristianización de Halloween
A finales del siglo XIX, debido a un espantoso
genocidio llevado a cabo por la política Inglesa y a una terrible hambruna,
muchos irlandeses emigraron a los Estados Unidos portando consigo; junto a su
ardiente fe católica, sus usos, creencias y tradiciones; entre ellas la fiesta
de todos los santos (Halloween). Fueron muchos los obstáculos que encontraron
en tierras del norte de América. Los blancos americanos se confesaban
protestantes y por esto no aceptaron de modo inmediato la fiesta religiosa
traída por los irlandeses.
Con el pasar del tiempo, Halloween viene aceptada en
la sociedad americana completamente despojada de su sentido cristiano, y pasó a
ser una celebración dedicada a la diversión de niños y jóvenes, en el que el
terror, las brujas, los fantasmas eran los nuevos elementos que ellos añadían.
A partir de 1910, Halloween adquirió características netamente comerciales
(disfraces, máscaras, películas, etc.) y se transformó en una oportunidad más
de hacer dinero enmarcada en la oscuridad, en la magia y en los demonios. Hoy
en día el halloween americano es sobre todo una estrategia comercial que expone
a quienes lo celebran al contacto directo
con elementos propios del paganismo.
Re-cristianizar Halloween
La fiesta cristiana de todos los santos (Halloween) ha
sido descristianizada. Un Halloween moderno y sin sentido se impone sobre la
fiesta de todos los santos. ¿Qué podemos hacer? Más que atacar Halloween, es
necesario devolverle su verdadero sentido. Halloween es la fiesta de la víspera
de todos los santos y por tanto, es una fiesta cristiana que debemos retomar
con fuerza en la Iglesia. La fiesta cristiana de todos los santos celebra la
victoria del bien sobre el mal, proclama el ejemplo de los santos como un
camino que nos conduce de las tinieblas a la luz. El “halloween” americano que
hoy se difunde por todas partes no es más que una burla al profundo sentido de
una fiesta pagana que fue valientemente cristianizada que hoy necesita ser
retomada y celebrada como la fiesta de la comunión con todos los santos en el
reino de Dios.
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