miércoles, 26 de noviembre de 2014

Virgen de Belén, Patrona de Aragua




Homilía en la Celebración de la Eucaristía en Honor a
Ntra. Sra. de Belén, Patrona de Aragua
 Colegio Venezolano de Roma
Conocemos un sin fin de títulos y advocaciones marianas; de algunas se oye hablar más, de otras menos. Es el caso de la advocación que hoy celebramos unidos a la Iglesia que peregrina en Aragua. Se trata de Nuestra Señora de Belén, que no solo es patrona de Aragua sino también el cuarto símbolo del estado. María de Belén, pudiera decir, un símbolo discreto, amoroso y humilde, nuestra patrona humilde y silenciosa de la cual su protección, su amor y su gracia nos alcanzan aun sin invocarla.
Su historia se remonta al año 1709, en un pueblo llamado San Mateo, un indio llamado José Tomas Purino, cuenta que mientras recogía la leña, observó que de la tierra brotaba una pequeña medalla en la cual estaba grabada la imagen de una mujer con un niño en sus brazos y la media luna a sus pies.  Comprendiendo que se trataba de la Virgen María, lleva la reliquia a su casa y la adorna con flores ofreciendo además sus rezos y plegarias junto a su esposa Inés. Enterado de lo sucedido, el párroco decide trasladar la imagen a la Iglesia donde comienza la veneración con el nombre Virgen de Belén, debido a que el mismo día de la manifestación se celebraban en Sarria-España, las vísperas de la Virgen de Belén.

Desde ese momento la devoción comienza a extenderse, Simón Bolívar, por ejemplo, era devoto de la Virgen de Belén, su esposa mandó a hacer el relicario donde se encuentra actualmente la imagen. Pero uno de los milagros a través del cual se arraigó mucho más la devoción a la Virgen de Belén fue el auxilio de María en la llamada gripe española que azotó la población aragüena de San Mateo en el año 1918. El Pbro. Luis Romero se dio a la tarea de dar a conocer esta advocación mariana y sugirió se pidiera a ella en oración la liberación de los azotes de esta epidemia.

Desde el año 1926 la imagen cuenta con un santuario en San Mateo, y el 31 de enero del año 1965 fue coronada canónicamente. En los últimos años se han realizado diversas actividades de propagación de la advocación, tanto que en el 2004 fue nombrada 4to símbolo del Estado Aragua y en el 2007 se celebró el tricentenario con gran relieve en todo el territorio diocesano. Uno de los gestos más significativos fue el de entronizar la imagen de la Virgen en 63 parroquias de la Diócesis y en los últimos años en algunos santuarios marianos del país.

Sin duda alguna la religiosidad popular ha tenido mucho que ver en la propagación de la devoción, las gracias y favores que los pobladores de San mateo han recibido de la Virgen han servido de testimonio para que muchos otros rindan culto y devoción a la Patrona de Aragua. Ha sido importante el empeño de muchos sacerdotes de la diócesis, que en sus parroquias, han trabajado con esmero para que nuestra Patrona sea conocida y amada. Y así tiene que ser, porque María ha de tener un lugar privilegiado en nuestra espiritualidad de pastores; ella es la madre de nosotros los sacerdotes, y esta maternidad espiritual que ejerce María para con todos los hijos e hijas de Dios, y de modo particular para con los ministros de su Hijo, tiene su fundamento y culmen en el Gólgota.

Allí estaba presente en el Calvario la Madre, al pie de la Cruz, como nos enseña el Concilio Vaticano Segundo: ‹‹no sin designio divino, se mantuvo de pie (cf. Jn 19, 25), se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada››. Y es allí, en el Gólgota, cuando nace esta nueva maternidad universal entre la Madre que está ofreciendo a su Hijo en el altar de la Cruz, para la salvación del género humano, y el discípulo fiel que ha seguido al maestro hasta el Calvario: ‹‹Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa›› (Jn19, 26-27).

Esta nueva maternidad universal de María, que abarca a toda la humanidad redimida, tiene en el sacerdote ordenado un acento especial, en cuanto que por medio del don de la ordenación sacerdotal el ministro, en cierto sentido, tiene un especial derecho de aceptar a María como madre suya, como una dimensión del sacerdocio ministerial. Por tanto María nunca ha de ser extraña a ningún sacerdote. Ni tampoco aceptada o sentida en la vida del sacerdote como extraña a su sacerdocio. La dimensión mariana del sacerdocio ministerial es una realidad que vive el sacerdote como un don que se le ha dado: «He ahí a tu Madre» (Jn. 19, 27). Don que asume el ministro ordenado como una exigencia misma de su vocación, y de su identificación con Cristo: ‹‹Los sentimientos o disponibilidad y la vida íntima de Cristo con respecto a su madre María deben ser imitados y vividos por el sacerdote ministro››.

En María el sacerdote encuentra una semejanza de vocación, de consagración y de instrumentalidad. Toda la acción del sacerdote, ministro en la iglesia, se encuentra en estrecha e íntima relación con la presencia y la acción de María asociada a Cristo sacerdote, modelo y madre del sacerdote, ya sea en su obra apostólica en la que tiene como misión prolongar la obra de Cristo Salvador, ya sea en su propia vida espiritual de configuración con Cristo sacerdote, siempre al servicio de la comunidad eclesial.

Como sacerdotes participamos plenamente en el ser, en la función y en la vida íntima con Cristo. Somos otros Cristo en la tierra, ya que como Cristo, también nosotros hemos sido consagrados y elegidos para prolongar en el mundo la función sacerdotal recibida de Cristo. Y asociada a Cristo siempre se encuentra su Madre. Por tanto, en cuanto más íntimamente se encuentre unido en su vida espiritual el sacerdote con Cristo, configurando su vida con la del mismo Señor, con mayor intensidad se debería desarrollar la dimensión mariana en su vida sacerdotal.

En este sentido, el padre Esquerda Bifet escribió: ‹‹ La gracia y los carismas sacerdotales, por el hecho mismo de ser participación en el sacerdocio de Cristo, tienen relación con María, como la vocación, la consagración sacerdotal y las gracias necesarias para el ejercicio de su ministerio. El Señor ha concedido estas gracias queriendo también la asociación y la intercesión de María. Por esto se puede decir que el grado de configuración sacerdotal con Cristo tiene estrecha relación con el grado de espiritualidad mariana del sacerdote››.

El Papa Benedicto XVI, en Deus Caritas Est  ha dicho que podemos pertenecer a Cristo "únicamente en unión con todos los que son suyos o lo serán. María. Madre de los sacerdotes y de todos los creyentes, atrae a todos hacia el centro de la Redención, sacándonos de ese diabólico egocentrismo que nos aleja de la matriz divina. Sí. También y especialmente a nosotros sacerdotes, "María, la Virgen, la Madre, nos enseña qué es el amor y dónde tiene su origen, su fuerza siempre nueva" (Papa Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 42).

En este día, renovemos nuestra adhesión y devoción a María, bajo la advocación que para cada uno de nosotros sea más amada, busquemos siempre auxilio y refugio bajo el manto precioso de María, madre de los sacerdotes, y digamos en el secreto de nuestra oración confiada ese Sub tuum praesidium, esa oración del siglo III que nos invita a ponernos siempre bajo la protección y el amparo de María, y que su amor y su gracia nos cubran de bien. Patrona de Aragua Virgen de Belén.

Pbro. José Francisco Alvarez E.

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