El Tiempo de Adviento en la
Liturgia de la Iglesia.
Cuando sabemos que viene alguien de visita, la actitud natural es la expectación ante la inminente llegada y la preparación para recibirlo. El Adviento, concebido como un tiempo litúrgico, tiene este mismo sentido pedagógico: prepararnos para la venida del Señor. Una de las fuentes de Revelación para los Católicos es la Tradición. Ésta nos relata cómo se fue constituyendo lo que conocemos hoy como Tiempo de Adviento. Según A.G. Martimort, en su libro “La Iglesia en Oración”, la palabra Adviento es de origen pagano, y se empleaba cuando se celebraba la venida anual de la divinidad a su templo, asimismo, en Roma se usaba para designar el advenimiento del Emperador como atestiguan algunas monedas hechas para estas ocasiones.
Podemos decir que desde el siglo IV hasta el siglo VI, incluso VII, se fue conformando el Adviento en el sentido de un Tiempo litúrgico. En la Biblia llamada Vulgata Latina, Adviento se convirtió en el término clásico para designar “la venida del Señor entre los hombres: su advenimiento en la carne, inaugurado los tiempos mesiánicos, y su advenimiento glorioso, que coronará la obra redentora en el fin del mundo”. Fue concebido como un tiempo necesario para la preparación ascética a las fiestas de Navidad-Epifanía el cual duraba tres semanas. Según Martimort, en las Galias (Perpetuo de Tours +490), estableció un ayuno desde el día de San Martín de hasta la Navidad.
Hoy el Adviento tiene una duración de cuatro semanas y es el tiempo con el que se inaugura el Año Litúrgico. Se divide en una primera parte que va desde el I domingo hasta el 16 de diciembre, inclusive, en la que se medita por medio de la Biblia, la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos y la segunda parte que va desde el 17 hasta el 24 de diciembre en la mañana, que en Venezuela son las conocidas y tradicionales Misas de Aguinaldo, y se escuchan los textos que hablan de la venida histórica del Señor. Destacan personajes como Juan el Bautista, el profeta Isaías, San José, y la protagonista, por excelencia, La Madre del Verbo encarnado, la mujer del “Sí”, La Virgen María. Vale la pena decir que éste, es también un tiempo de penitencia, oración y ayuno, por eso el color morado que no se diferencia en nada del morado que usamos para el tiempo de Cuaresma.
Un bello símbolo de este tiempo es la corona de Adviento. Su uso se ha ido propagando positivamente. Una corona de pino, y cuatro velas que desde la baja Edad Media se usa para significar el tiempo (forma redonda), que lleno de esperanza (pinos verdes), espera vigilante, la llegada gloriosa de su Señor (Cuatro cirios). En los templos y lugares de culto la corona lleva cuatro cirios, tres morados y uno rosado. Que se encienden cada domingo. El cirio color rosado, se enciende el III domingo y se llama Gaudete in Domino, (Alégrense en el Señor), ese día toda la liturgia nos recuerda que el Señor está cerca y que debemos estar alegres. Es como un alto, una parada gozosa que alienta la expectación.
La celebración anual de este tiempo nos reclama la actitud vigilante y expectante del cristiano que aguarda el Adviento definitivo del Señor. Que esta nueva oportunidad de preparar el corazón para recordar la venida histórica del Salvador, nos ayude a vivir intensamente nuestra preparación para el encuentro con Dios y nos conceda recoger frutos de conversión personal y comunitaria.
Pbro. Luis E. Martínez B. Estudiante de Filosofía
de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
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