Un gentío seguía a Jesús. Muchos impresionados por los milagros que hacía, otros porque lo creían un mesías político capaz de liberarlos del yugo político que oprimía al pueblo, algunos debido a su fama y popularidad, y unos pocos porque creían en su palabra y aceptaban el mensaje que predicaba, pero a todos Jesús les presenta las condiciones para seguirlo: amarlo con un amor preferencial, cargar con la propia cruz renunciando a todo cuanto nos hace esclavos del mundo y de su lógica.
1) "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
La primera condición tiene como vértice el amor. Amarlo más que, no en vez de. Se trata de dar la preeminencia a la relación con Dios, de modo que nuestras relaciones familiares y de amistad sean iluminadas y tengan como punto de referencia el amor que profesamos a Dios. Pudiéramos decir que poniendo esta condición Jesus recuerda el mandamiento más importante de la ley de Dios que nos pide amar a Dios por sobretodos las cosas. No se trata por tanto de amar menos sino más bien de llevar el amor a su plenitud porque quien dice amar a Dios a quien no ve y deja de amar a su hermano a quien ve, es un mentiroso. Para ser discípulos auténticos de Jesús es necesario aceptar la logica del "amarlo más para amar en plenitud", si lo amamos menos, es decir, si la Fe, que es el vínculo de nuestra relación con Dios, no ilumina todas las dimensiones de nuestra vida no podemos llamarnos discípulos suyos.
2) El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
La segunda condición deja clara la medida del amor: la cruz. Abrazar la cruz no es sólo aceptar el dolor, los sufrimientos de la vida, o cargar con el peso de la enfermedad o tener que soportar a una persona molesta. La cruz no es una carga pesada que debemos llevar a cuestas, más bien es la referencia del modo en que debemos amar. Es la logica del amor sin medida, del amor que duele porque exige entrega total y desinteresada. Cargar la cruz es aceptar y vivir en esta lógica de la donación de si mismos en el servicio, en la disponibilidad, en la generosidad.
3) Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."
La tercera condición es consecuencia de las dos primeras. Amar con un amor preferencial conlleva la renuncia a cuanto me hace amar menos. Renunciar a cuanto se posee es vivir desde la libertad de saberme administrador de cuanto Dios me ha dado y, por tanto, de ninguna manera dueño de las cosas que poseo. Como administrador estas llamado a dar, compartir, renunciar para dar, no solo de tus bienes materiales sino también de los bienes y talentos inmateriales como el tiempo, la atención y la disponibilidad para estar con los demás, para escuchar a quien nadie presta atención o dedicar unas horas a quien está enfermo y abandonado. Quien no es capaz de renunciar es porque se ha hecho esclavo de las cosas. Jesus quiere discípulos libres, con una libertad que se traduzca en disposición al otro.
Estas condiciones nos sirven para detenernos y pensar en nuestra propia vida cristiana. Junto a estas condiciones Jesus cuenta dos parábolas en las que descubrimos dos verbos esenciales en la vida de uno que quiera ser un cristiano auténtico y vivir la fe de modo coherente: calcular y examinar.
a) Calcular:¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
Como cristiano nuestra principal tarea es la de ayudar en la construcción del Reino de Dios en nuestra vida y en nuestros ambientes de vida, en la familia, en el trabajo o en nuestras relaciones. Calcular los gastos exige evaluar cuanto dinero tenemos para cubrir la inversión. Tal dinero podría traducirse en tus intenciones de convertirte en un verdadero constructor de esa torre, es decir, en levantar tu propia vida según los criterios del evangelio de Jesucristo. Jesus prefiere que consideres si puedes ser un cristiano autentico antes de llamarte cristiano. Jesus quiere discípulos no admiradores. Viviendo con seriedad tu vocación cristiana evitarías que los demás se rían de tí o te critiquen diciendo: “este va a misa todos los domingos y mira como se comporta”, o “esta reza el rosario todos los días y se la pasa hablando mal del prójimo”. Jesus llama a una adhesión total a él y a un compromiso total. En la fe cristiana se es frío o se es caliente, no se aceptan tibieza ni medias tintas.
b)Examinar: ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
La vida cristiana no solo exige construir sino también luchar, es decir, andar contracorriente a los criterios del mundo. Se trata de una guerra contra las estructuras que intentan erigir o extender el reino de las tinieblas en tu vida, en tus ambientes y en tus relaciones. Si quieres ser coherente con tu fe, entonces preparate para luchar contra fuerzas espirituales. Examina bien tu ejército, es decir, planifica tu vida de tal modo que tus decisiones, los criterios que dirigen tu vida y tu manera de comportarte te ayuden a vencer la guerra contra todo cuanto signifique negociar con cualquier forma de mundanidad. En esto te puede ayudar hacer un examen de conciencia para considerar cuanto te estas esforzando por vencer la batalla contra las fuerzas del mal y cuanto estas alineado con el bien y los valores del Evangelio.
Con estas condiciones y estos criterios de evaluación personal, Jesus te ofrece un test para que descubras que tipo de cristiano eres, de modo que descubriendo tus puntos débiles la sabiduría de Dios que habita en ti desde el día en que fuiste bautizado, te marque el camino que debes seguir para hacer en tu vida el querer y la voluntad de Dios. En sintonía con Dios, serás un mejor discípulo y no un simple admirador de Jesús. Recuerda que Jesus necesita discípulos coherentes que con el testimonio de sus vidas hagan que tantos admiradores se conviertan en auténticos seguidores.
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