martes, 27 de septiembre de 2016

Siembra vientos y cosecharás tempestades

Seguramente habrás escuchado la expresión siembra vientos y cosecharás tempestades. Mi abuela decía esta frase y me sorprendió saber que esta expresión que se ha convertido en un refrán popular se encuentra en la biblia, específicamente en el capitulo 8, versículo 7 del libro del profeta Oseas.

No hay que esforzarse mucho para entender que esta frase nos enseña una gran verdad: la vida es una constante toma de decisiones. El futuro no es más que las consecuencias de las decisiones que tomamos hoy. Por eso es necesario aprender a tomar decisiones porque quien no sabe decidir, no sabe vivir. De tus decisiones dependerá la dirección y el sentido de tu vida.

Cualquier decisión, por muy insignificante que parezca ocasiona nuevas situaciones y, trae como consecuencia la toma de otras decisiones. No hay otra lógica. En esto consiste la libertad, en la responsabilidad a la hora de tomar decisiones.

El padre Alberto Lineros dice que “una de las rupturas interiores del hombre contemporáneo, que lo hace vivir en la neurosis y, hasta en la esquizofrenia consiste en ese deseo de libertad sin responsabilidad, sin compromisos. El hombre de hoy quiere ser libre, pero no responsable”. Pareciera que quisiéramos ser eternamente adolescentes para hacer lo que se nos venga en gana, pero que sean otros los culpables y los que paguen las consecuencias de mis decisiones.

Luchamos por ser libres para tomar decisiones y para decidir qué rumbo darle a nuestras vidas; pero lamentablemente no todos nos preparamos para asumir las consecuencias de esas decisiones. La libertad para que sea tal debe ir de la mano con la responsabilidad. Ya lo decía San Pablo: "todo nos está permitido pero no todo nos conviene" (1Cor 10,23).

La libertad nos tiene que hacer responsables y valientes para asumir las consecuencias de nuestras decisiones, pero también prudentes y sensatos para evitar lo que hoy nos hace reír o estar bien pero mañana nos hará llorar y nos quitará la paz y la alegría.


Esfuérzate por lograr que tus decisiones estén siempre en sintonía con tu bien y tu crecimiento personal y de aquellos que te aman. Revisa cómo estas tomando decisiones. ¿Te detienes a pensar antes de hablar, o dedicas tiempo a reflexionar y a orar antes de tomar una decisión? ¿Piensas en las consecuencias que esa decisión traerá a tu vida y a la vida de los demás?

No olvides que es en los momentos de decisión cuando se forma tu destino. Aprender a decidir es necesario porque de lo que siembres cosecharás.

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