CERRANDO PUERTAS
Aurelio Mejía, nos lega, que es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, puedes perder la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, cerrando puertas o cerrando capítulos. Como quieras llamarlo, lo importante es dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminaste con tu trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje? ¿La amistad se acabó?.
Puedes pasar mucho tiempo de tu presente revolcándote en los porqués, en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho, pero el desgaste puede ser innecesario porque las experiencias de la vida son como hojas de árbol que caen al río del tiempo: algunas quedan atrapadas en remolinos pasajeros, pero tarde o temprano siguen el curso de la corriente. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que sucedió, sucedió y hay que soltar, hay que
desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni
empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar
vinculado a nosotros. Los hechos pasan y hay que dejarlos ir. Por eso a veces
es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa,
romper papeles, tirar documentos, vender o regalar libros. Los cambios externos
pueden simbolizar procesos interiores de superación.
No esperes que te devuelvan, que te reconozcan, que
alguna vez se den cuenta de quién eres. Suelta el resentimiento. Si enciendes
tu pantalla mental para pasar y repasar la película del asunto, lo que puedes
conseguir, fuera de perder el tiempo, es amargarte y afectar a los de tu
entorno cercano. La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si andas
por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrás desprenderte
ni vivir lo de hoy con satisfacción y libertad.
Noviazgos y amistades que no clausuran, posibilidades de
“regresar” (¿a qué?), Necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron,
silencios que lo invadieron... ¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo! Si
no, déjalo ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelve. Pero no
por orgullo ni soberbia, sino porque ya no encajas allí, en ese lugar, en ese
corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Ya
no eres el mismo que se fue hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo
tanto, no hay nada a qué volver.
Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Ni tú
serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida
nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo,
desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir, porque cuando tú llegaste a este mundo lo hiciste sin eses adhesivo; por lo tanto, es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse, y humanamente se puede lograr, porque, te repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude, suelta. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
Así es la vida. No importa lo que diga, lo que crea o lo que haga, sin
amor estoy en quiebra. En ocasiones nos conducimos como si las relaciones
fueran algo que conseguimos introducir en nuestros planes. Hablamos de “hallar”
tiempo para nuestros hijos, o de hacer tiempo para las personas en nuestra
vida. Damos la impresión de que las relaciones son apenas una parte de nuestra
vida, junto con tantas otras ocupaciones. Lo que más importa en mi existencia
son las relaciones no los logros o la adquisición de bienes. Entonces, ¿por qué
le prestamos tan poca atención a las relaciones? Cuando estamos muy ocupados,
afectamos el tiempo que dedicamos a las relaciones, quitándoles la energía y
atención necesarias. La ocupación en múltiples actividades compite con las
relaciones.
(Adaptacion de la Revista Ojalá Hoy, No.8)
No hay comentarios:
Publicar un comentario