martes, 5 de julio de 2011

Consejo del Papa para vivir las vacaciones

No dejéis de meter el evangelio en vuestras maletas...

 Antes de despedirse de los más de diez mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano después del rezo del Ángelus, el Santo Padre quiso compartir una breve reflexión sobe el período de descanso que ya inicia. El Papa dijo que salir de vacaciones, “no se trata de irse por irse para encontrar descanso, más bien se trata de vivir de una manera nueva nuestras relaciones con nuestros prójimos, con Dios, tomando el tiempo que esto requiere”.

Recordó que en el pasaje evangélico de este domingo, en el que Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”, el Papa nos invitó a leer este evangelio como fuente de “descanso y serenidad” para las vacaciones sabiendo que “La fe en su presencia nos ofrece la serenidad de quien se sabe siempre amado por el Padre”. El Papa dejó una consigna: “Dejemos amplio espacio a la lectura de la Palabra de Dios, en particular al Evangelio, que no dejaréis de meter en vuestras maletas en estas vacaciones!”.

Dar mayor importancia al diálogo y escuchar sin mirar el reloj: En tiempo de vacaciones las conversaciones pueden y deben ser más relajadas y aprovechar el tiempo de descanso para tratar temas más profundos. Recordar los abuelos y amigos: En las vacaciones se pueden crear lazos de unión mucho más estrechos e íntimos entre padres e hijos, entre nietos y abuelos, entre tíos y primos. Debemos disfrutar las vacaciones con sobriedad y con agradecimiento como exigencia moral de un mínimo de apoyo con los que no las tienen porque no pueden.

La vida cristiana, no lo olvidemos, es el tesoro más grande que Dios nos ha dado por ello práctica más intensamente los sacramentos de la Eucaristía y la confesión y/o algunos actos de piedad como son: visitas al Santísimo, le rezo del Ángelus, el Rosario, visita algún santuario. Procura cada día que una frase del Evangelio te guíe a lo largo de la jornada. Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre. Las vacaciones pueden ser tiempo excepcional para salir al encuentro de Cristo en los demás. Y es que en verano, seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo por ejemplo: no te olvides de los que sufren por la enfermedad o dolor del alma, puedes aprovechar este periodo para visitarlos.
Reza por las vocaciones y por los misioneros: El verano es el momento en que miles de jóvenes hacen la experiencia vocacional para descubrir el llamado de Dios ya sea al sacerdocio, a la vida religiosa o consagrada. Cientos de jóvenes dejan sus vacaciones para dedicarse a la evangelización ahí donde haga falta.

Luchar y Orar

LUCHAR Y ORAR

En el libro del Génesis, se nos cuenta la historia que sucedió a Jacob, cuando lucha toda la noche con un hombre desconocido a quien durante la pelea puede reconocer, y después de ser bendecido decir: “he visto a Dios cara a cara” (Gn 32,29). Jacob había luchado con Dios y en la lucha, Dios le bendijo. Sin duda alguna, este relato contiene una profunda enseñanza para nosotros hoy, la oración en muchas ocasiones puede definirse como una lucha de toda la noche; convirtiéndose así en un combate que se libra a solas con Dios. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en Jesús, cuando en el momento cumbre de su vida ora en Getsemaní (Lc 22.39-46).
Jesús sabía que estaba cerca la hora de cumplir la voluntad que su Padre le había encomendado; morir en rescate de muchos (Mc 10,45), la tristeza y el miedo habían tomado control de su vida; tanto que fue capaz de pedir ser librado de esa hora. Sin embargo la lucha en la oración; la permanencia en la comunión intima con su Padre, le da fuerza para después decir a sus discípulos cansados y dormidos: “Levántense, ya se acerca el que va a entregarme” (Mc 14,42). Sin duda alguna debemos aprender que luchar en la oración nos garantiza la victoria ante la prueba, y es que ante problemas grandes, oraciones más intensas. Por eso Jesús deja bien claro a sus discípulos: “Oren sin desfallecer para que no caigan en la tentación” (Mc 14,38)y si a esto sumamos lo sucedido a Jacob, podemos estar seguros que cuando luchamos en una oración constante, seremos plenamente bendecidos.
Cuando aprendamos el valor que tiene una oración constante, seremos capaces de alcanzar grandes victorias. La oración verdadera es lucha y requiere de constancia. Por eso, cuando Jesús hablaba de la oración, nos ponía el ejemplo de la viuda desamparada frente al juez injusto que la ignoraba (Lc 18,1ss). Asumamos para nuestra vida espiritual, la actitud de esa viuda, que  clama desesperada, no un día ni dos, sino una semana, un mes, pero con el propósito firme de obtener una respuesta. Pero ¿como vamos a obtener lo que pedimos, si no somos capaces de perseverar ni un solo día en la oración? Abandonamos porque somos impacientes, o porque presentamos la excusa de no sentir nada en la oración. Y es que acaso ¿orar es sentir? Dios desea ver en nuestras oraciones voluntad y determinación.
Además, orar no es solo desear o pedir lo que creemos necesitar. Orar va mucho más allá de una simple petición caprichosa y egoísta. Orar es dejarse transformar, es aceptar lo que Dios quiera para nosotros, y negarse a dar órdenes a Dios de lo que creemos conveniente para nuestra vida. En el relato del Génesis que hemos citado, podemos leer como Jacob experimenta un cambio de nombre; lo que supone en lenguaje bíblico, una transformación espiritual y personal debida a un encuentro con Dios. Aplicando esto a la vida aprendemos que la lucha en la oración, no solo nos asegura victoria; sino que su efectividad y autenticidad, debemos verificarla en la transformación que ocurra en nuestro ser, en nuestro vivir cristiano en la cotidianidad del día a día, de modo que nuestra vida cristiana se haga cada vez más vida cotidiana, viviendo con coherencia el Evangelio en lo cotidiano, así y solo así, la misma vida cotidiana se convertirá en una oración que dará gloria a Dios.

Pbro. José Francisco Alvarez

Dios es tiempo

El Helecho y el Bambú

Me gustó esta reflexión y por tal razón quiero compartirla con ustedes. A mi me llegó en el momento mas oportuno, espero que a ti también. Espero disfrutes de esta aleccionadora historia.

Un día decidí darme por vencido...renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi espiritualidad... quería renunciar a mi vida. Fui al bosque para tener una última charla con Dios.
"Dios", le dije. "¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?" Su respuesta me sorprendió..." Mira a tu alrededor", El dijo: "Ves el helecho y el bambú?" "Sí", respondí.
"Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente creció.
Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.

En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante. Y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú." Dijo Él.
"En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié." Me dijo.
"En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. "No renuncié" dijo.

"Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra.
En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura. Se la había pasado cinco años echando raíces.
Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
"No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar" Él me dijo. "¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?"
"No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti. No te compares con otros" Me dijo. "El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso".
"Tu tiempo vendrá" Dios me dijo. "¡Crecerás muy alto!"
"¿Qué tan alto debo crecer?" Pregunté.
"¿Qué tan alto cre cerá el bambú?" Me preguntó en respuesta.
"¿Tan alto como pueda?" Indagué.
Espero que estas palabras puedan ayudarte a entender que Dios nunca renunciará a ti.
Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. Continúa...

La felicidad te mantiene Dulce,
Los intentos te mantienen Fuerte,
Las penas te mantienen Humano,
Las caídas te mantienen Humilde,
El éxito te mantiene Brillante.

Pero sólo Dios te mantiene Caminando...

Si te gustó no dudes en difundirla....
Dios te bendiga.